En la búsqueda de la felicidad, Santo Tomás de Aquino ofrece una visión profundamente arraigada en la filosofía y la teología. Según Aquino, la verdadera felicidad no se encuentra en la búsqueda de placeres momentáneos o la acumulación de bienes materiales, sino en la realización de nuestra naturaleza humana y la búsqueda de la virtud.
Para Aquino, la felicidad radica en la participación en el bien supremo, que es Dios. Esto implica vivir una vida de virtud, en armonía con la ley divina y moral. La virtud, según Aquino, no es simplemente un conjunto de reglas a seguir, sino una disposición del alma que nos lleva a actuar de manera justa, valiente, prudente y templada.
La felicidad, entonces, no se alcanza mediante la gratificación de deseos egoístas, sino a través de la búsqueda de un bien mayor que trasciende lo material. Aquino enseña que la verdadera felicidad se encuentra en amar y servir a Dios, así como en amar y servir a nuestros semejantes.
En resumen, la filosofía de Santo Tomás de Aquino nos invita a buscar la felicidad no en la satisfacción de nuestros impulsos más básicos, sino en la realización de nuestra naturaleza moral y espiritual. Al vivir una vida de virtud y orientada hacia Dios, podemos encontrar la verdadera felicidad que trasciende las circunstancias externas y perdura más allá de los placeres temporales.